Y si no lo ven, que se pongan gafas. Y si siguen sin verlo, que cojan la puerta y se vayan.
Pero que no se te olvide, que tú vales mucho.
Vales incluso con tus defectos, con esos que te hacen ser tan imperfectamente perfecta.
Vales cuando tropiezas una vez más con esa piedra y se te queda una cicatriz de esas que son difíciles de curar.
Vales cuando eres fuerte, cuando no puedes más pero aun así no te rindes.
Vales incluso más de lo que tú te puedas llegar a imaginar.
Vales cuando te rechazan, te envidian y te odian sin conocerte.
Vales cuando eres tú, sin importar lo que piensen o lo que digan. Vales cuando llegas a lo más alto después de haber rozado el suelo.
Vales, sobre todo, cuando sonríes tanto que se te achinan los ojos.
Vales mucho.
No lo olvides.
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