Si alguien se te acerca con frío, es porque tienes calor para ofrecerle.
Si alguien se te acerca con alegría, es porque tú tienes siempre una sonrisa para ofrecer.
Si vierte ante ti sus lágrimas, es porque de ti espera el consuelo.
Si te ofrece sus versos, es porque tú tienes la música.
Si te confía sus sufrimientos, es porque de ti espera un remedio.
Si llega con sus confidencias, es porque en ti busca la escucha.
Si llega con hambre, es porque puedes proporcionarle alimento.
Si llega con un beso, es porque tú eres la dulzura.
Si te confía sus dudas, es porque tú le marcas el camino.
Si te llega con desánimo, es porque tú sabes ser un estímulo.
Si te llega con fantasía, es porque tú sabes la realidad.
Si te llega con desesperación, es porque en ti encuentra una razón válida.
Si te llega con entusiasmo, es porque no duda que vas a vibrar con sus esperanzas.
Si te confía un secreto, es porque tiene segura tu complicidad.
Cuando alguien se acerca a ti inquieto, es porque tú sabes infundirle serenidad.
Cuando alguien deposita en ti su confianza, es porque encuentra en ti su fuerza.
Cuando te confiesa sus miedos, es porque tú eres amor.
Nadie llega a ti por casualidad, todo encuentro es un proyecto de Dios.
El mundo está en manos de aquellos que tienen el valor de soñar y que se atreven a correr el riesgo de vivir sus sueños.
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